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Vertebroplastia y Cifoplastia

Vertebroplastia y Cifoplastia

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¿Qué son?

La vertebroplastia y la cifoplastia son técnicas que tratan, de eliminar o reducir el dolor derivado de las fracturas vertebrales reforzando los cuerpos vertebrales rotos mediante la inyección de un cemento solidificante desde la piel guido con rayos X (tratamiento percutáneo).

¿Qué indicaciones tienen?

La indicación ideal es en aquellos pacientes con dolor producido por una fractura vertebral osteoporótica que no cede con tratamiento analgésico, especialmente cuando el dolor es tan intenso que limita las actividades del paciente, obligándole a guardar reposo y a abandonar sus actividades habituales, así como a tomar de forma continuada analgésicos cada vez más potentes, con los consiguientes efectos secundarios.
La cifoplastia, puede ser útil en pacientes con fracturas más recientes con cierta deformidad o con pérdida de altura ya que, además de reducir o hacer desaparecer el dolor. Al igual que la vertebroplastia, permite restaurar de forma parcial o completa la altura de la vértebra, evitando su colapso y la incurvación secundaria de la columna vertebral (cifosis).

La vertebroplastia también está indicada para estabilizar y tratar cuadros dolorosos producidos por fracturas tumorales o lesiones vasculares vertebrales (por ej. Hemangiomas)

¿En qué consisten?

La vertebroplastia consiste en la inyección de cemento líquido en el interior del cuerpo vertebral fracturado a través de unas agujas que se introducen en el cuerpo vertebral desde la piel guiadas con rayos X que permiten controlar el avance de las agujas y la distribución del cemento.

Cuando el cemento se endurece (tarda sólo unos pocos minutos) por el aumento de la temperatura al fraguar disminuye o desaparece el dolor y se estabiliza la fractura, haciendo que e impidiendo que el colapso vertebral (la pérdida de altura de la vértebra) se acentúe.

La cifoplastia es una técnica similar, en la que, antes de introducir el cemento, se introducen unos balones deshinchados a través de las agujas. Estos balones se hinchan en el interior del cuerpo vertebral, con lo que se consigue recuperar, al menos en parte, la altura perdida por la vértebra al fracturarse. Entonces se deshinchan los balones y se retiran, rellenando el espacio dejado por los mismos con cemento líquido. Cuando este cemento se endurezca, mantendrá la altura del cuerpo vertebral y disminuirá o hará desparecer el dolor.

En ambos casos es determinante la calidad de los equipos de rayos X para controlar la inyección del cemento y disminuir la posibilidad de complicaciones. En estas condiciones son en las que trabajan los neurorradiólogos especializados en intervencionismo que utilizan equipos de rayos X de alta tecnología llamados angiógrafos digitales.

Se emplea en todos los casos anestesia local y en ocasiones puede ser necesaria la sedación, anestesia epidural o más raramente general.

El procedimiento dura entre 60 y 90 minutos.

¿Qué medidas hay que tomar tras la prueba?

Habitualmente es posible levantar al paciente 4 ó 6 horas después de la intervención, y al día siguiente podrá irse a su domicilio. En general, el efecto analgésico de estas técnicas es muy rápido, pudiendo observarse disminución del dolor ya en el momento de levantarse lo que permitirá reducir de forma progresiva la medicación.

¿Existen otras técnicas alternativas?

El tratamiento de las fracturas vertebrales puede ser ”conservador”, que consiste en reposo, analgésicos y corsés ortopédicos, o puede ser necesaria la cirugía abierta, con colocación de tornillos y barras para estabilizar las fracturas. El tratamiento conservador tampoco está exento de complicaciones ya que el reposo prolongado, sobre todo en pacientes de edad avanzada, puede producir pérdida de masa muscular, trombosis venosas, depresión (acentuada por el dolor crónico) o aceleración de la desmineralización ósea (es decir, empeoramiento de la osteoporosis).

El tratamiento quirúrgico abierto se suele indicar en pacientes con fracturas que compriman la médula espinal o amenacen con hacerlo, o para fracturas que acarreen deformidades graves de la columna.
Entre ambos extremos se encuentran la vertebroplastia y la cifoplastia.

¿Existen riesgos?

Como toda intervención, tanto la cifoplastia como la vertebroplastia pueden tener complicaciones, aunque, afortunadamente, son raras y generalmente leves. Puede existir hemorragia por los puntos de punción, aunque es extremadamente raro que sea grave. Existe un pequeño riesgo de infección aunque se tomen todas las precauciones posibles, aunque este riesgo es muy bajo (mucho menos del 1%). También existe la posibilidad de que parte del cemento líquido se fugue fuera del cuerpo vertebral, comprimiendo las estructuras cercanas. La complicación más grave es la fuga hacia el espacio ocupado por la médula espinal, comprimiéndola y pudiendo llegar a producir parálisis de las piernas. Esta complicación es extremadamente rara, especialmente en manos de neurorradiólogos expertos en técnicas endovasculares mucho más complejas, apareciendo probablemente en menos del uno por mil de las intervenciones. Si el cemento se fuga hacia un nervio cercano, producirá un dolor intenso, que normalmente desparece en unos días con un tratamiento adecuado.

En cualquier caso, tanto la vertebroplastia como la cifoplastia son técnicas muy seguras con una tasa muy baja de complicaciones que se ven compensadas con creces por la disminución de las complicaciones derivadas de la inmovilización prolongada y la toma crónica de analgésicos.